lunes, febrero 20, 2017

PUKLLAY, ¿FESTEJO PARA EL ALCALDE?


La actual gestión municipal de la comuna andahuaylina ya cuenta con la experiencia de organizar en 2 oportunidades el evento mayor del encuentro nacional de carnaval originario del Perú. La primera vez fue el 2015 en donde se pudo notar las deficiencias a nivel organizacional que son propias de un aprendiz. La segunda vez, además de cometer los mismos errores que de la primera, se apreció que en la segunda fueron avasallados por el entusiasmo. La presencia de algunas delegaciones insulsas en el pasacalle principal como los de la cooperativa San Pedro y de algunas otras delegaciones privadas que, solo obedecían interés comercial denigran la calidad del espectáculo. Acordemos que la calidad no siempre está en la cantidad.
La municipalidad provincial últimamente designa presupuestos astronómicos para llevar adelante el mega-evento del Pukllay. Las voces de la prensa local aseguran que sobre pasa el millón de soles. Por donde se lo miré, continua siendo la teta más rica, y aparentemente la manosean unos cuantos mientras todos duermen. Para evitar todo tipo suspicacias, ¿no le parece que es mejor rendir las cuentas? Con las cuentas claras se mantiene la confianza.
Muy a pesar de las desavenencias económicas que uno puede tener frente a las autoridades, el Pukllay es una fiesta de todos y para todos. Pero por supuesto, todavía con ausencia de bases y reglamentos que regulen el normal desenvolvimiento artístico cultural de todas delegaciones. Y si acaso ya hubiera estas normas ¿Cuándo se pondrá en práctica? Nadie puede negar que frente al ojo de sus propios ojos, en el pasacalle impera el desorden.
De algunas delegaciones originarias su baile ancestral sigue a su propio caos, que no es otra que la expresión de la esencia de su propio ser, de su propia historia, de su propia costumbre, de su propia cultura, y es allí que radica, la belleza de su baile.
Manteniendo una distancia prudencial de una delegación en relación a la otra, la propuesta de expresión cultural de una determinada delegación se apreciaría mucho mejor y sería beneficiosa, tanto para los artistas como para los espectadores.
Mientras no se respete esa distancia prudencial, legitimas y autenticas costumbres pasarán desapercibidas.
El orden y la uniformidad son las condiciones básicas para el éxito de cualquier espectáculo de baile.
En ese sentido, tanto el pueblo como los organizadores tienen la responsabilidad de cuidar este pequeño gran detalle. Inclusive el alcalde que con todo su séquito de regidores y allegados revienta cohetes deben de sumarse al orden y no generar los desbarajustes que tanto se critica. Porque es evidente, en las dos últimas ediciones del Pukllay la fiesta era para el alcalde. Todas las delegaciones cumplían la condición de darle un espectáculo casi privado en la plaza de armas. Esto generó por sobre todo, malestar a las otras comparsas que por esas cosas del destino le tocó pasar en las últimas.
En lo personal, si yo fuera visita, nunca más vuelvo si acaso recibo un mal trato. Eran las 10 de la noche y muchas delegaciones continuaban con su larga espera sentados el suelo de La alameda, cansados y decepcionados por la mala experiencia y el des interés de los desorganizadores.
La fiesta del Pukllay es de todos y para todos: de los andahuaylinos como de las visitas, sino hay presencia de delegaciones de otras regiones no es Pukllay. Y es por lo que se ruega a los organizadores más consideración y respeto al artista local como visitante. Respetemos su tiempo y su espacio. Si no hay ese respeto, mejor que sea una fiesta privada para el alcalde y su séquito de regidores, y que paguen su plata y no lo que le pertenece al Pueblo.

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