lunes, febrero 02, 2015

HONRADEz QUE SÍ VALE APLAUDIR…

Historia de la semana: HONRADES QUE SÍ VALE APLAUDIR…

Esta historia es aplaudible. Por su puesto, digno a ser imitada. Ocurre que tengo un hijo de apenas 25 meses y algunos días más. Su nombre es Sebastián, y de cariño recibe varios apelativos. Entre los más repetibles: Sebitalan, Sebascha y John Kevin andino. Este mi niño, tiene una personalidad amical. Y el día de ayer; a mí y a su madre nos demostró que mientras esté con gente que conoce no le importa nada.   Mientras mi esposa y yo lavábamos la ropa, una de mis hermanas vino a casa con la finalidad de llevar a mis padres a la casa del campo, a Kakiabamba específicamente. Lo que nunca imaginé es que a mi hijo en son de broma lo subieron a la camioneta para luego llevárselo junto con mis padres. El niño feliz, y nosotros nos quedamos boquiabiertos; sorprendidos por cómo el benjamín de nuestras entrañas se alejaba sorpresivamente.

-Cahuu, mamita, chau papito. - Nos dijo mientras la maquina se daba la vuelta en la primera esquina.

Unos segundos después comprendimos que la vida era así… los hijos apenas crecen se nos van. Pero que se vaya llevando su pañal, su leche y sus medicamentos. Se lo llevaron así por así. Sin nada. Nadie más que los padres conoce a los hijos. Imaginamos lo peor con nuestro hijo en el campo: pasando hambre, desabrigado y comiendo cualquier cosa.

Vamos –me dijo mi señora. Vayamos llevando todo lo que le falta.

Y yo, sin pensarlo dos veces reforcé a la decisión de mi esposa.

-Apenas terminemos de lavar la ropa, Tomemos un taxi. Y así fue. Después de una hora y pico de recorrido llegamos a la zona de Aysaywayna. En ese espacio geográfico mis padres tienen un terreno con cultivo de papa en sociedad con una joven madre de tres pequeños hijos.

Hace una semana mi hermano y yo, fuimos a la chacra con ánimo de escarbar el tubérculo, pero comprendimos que faltaba madurar.

-una a dos semana más, dijo mi hermano.

Sin embargo, cuando miré de la carretera hacia la chacra noté que ya nada quedaba para escarbar. Y mi madre, si llegó a enterarse lo hizo hace un rato. Imaginé su ironía y decepción al sentirse estafada. Desde esa distancia solo pude visualizar 3 costales. En un primer momento pensé con ir a buscar a la señora y arre meterle con todo, es que no concebía la idea de que había gente que se aprovechaba de unos ancianos. Yo que soy hijo, sentí tener la obligación de hacer respetar a mi padres.

-informémonos qué pasó. Me dijo mi señora. A esa altura de mi corajina era una sugerencia aceptable, prudente.

El trayecto hasta la casa de mis padres iba confundido, entre la rabia de una posible estafa y la preocupación de mi hijo. ¿Qué estará comiendo? Fue la pregunta más frecuente que recorría por mis neuronas.

No bien llegamos a la casa, vi a mi hijo jugando con agua y la boca llena de comida. Su madre corrió, yo también corrí. Cuando la tuvimos en nuestros brazos, ambos sentimos alivio. No habían pasado más de dos horas desde que mi hijo decidió dejarnos consternados y boquiabiertos en Andahuaylas.

-¡exagerados!

En cierto modo,  somos exagerados. Es que desde que Sebastián llega a nuestras vidas, él es nuestra vida, nuestro tesoro, nuestro ángel, es nuestro todo.

Después de ese alboroto que representó el reencuentro con mi hijo, pregunté a mi madre si sabía algo más de lo evidente.

-ya hablamos con la señora. Dijo ella. Fuimos con tu hermana más…

En efecto, mi hermana que de profesión tiene la contabilidad me informa lo siguiente:
-La señora dice que a mamá le comunicó que haría escarbar el jueves. Otro día no podía. Ella le esperó con los peones, al ver que no llegaba decidió empezar con la faena. Ese mismo día vino el comprador con un camión y vendieron cada arroba a 11.00 soles en un total de TANTO Y Pagó a los peones TANTO  y queda TANTO. Todo lo tenía anotado y el total del dinero lo tenía envuelto en un pañuelo muy viejito, y me entregó el TOTAL… La verdad, hermano. No me dio ningún indicio como para dudar de la señora. Llevo tantos años de contadora, llevo contabilidad de Municipios, de instituciones públicas y privadas soy asesora de varias empresas, soy perito en esto, en eso.. y es la primera vez que encuentro a una persona tan transparente con una cuenta hasta que me dio vergüenza dudar de ella. Lo único que atiné por hacer es creer al 100%, me dio el total del dinero, lo conté y divide en partes iguales. ¿Está bien? Los pregunté a ambas. Mamá me dijo su conformidad, pero la señora dijo que también había gastado en la compra de galletitas y bebidas para los peones. Muy bien. Esto mas es lo que te corresponde le dije. Ambas quedaron satisfechas. Antes de retirarnos de su humilde casa nos dijo la señora que faltaba por dividirse los 3 sacos de papa que en la chacra quedaba.

A lo que yo, le contesté algo sorprendido.

-Un saco directamente cuando nos vayamos le cargamos al carro y llevamos a Andahuaylas, uno de ellos, que se repartan en dos y lo traigan aquí… (a la casa de Kakibamba)

- Así será…

A la última hora del día, cuando el sol era meramente un recuerdo, salimos con destino a la ciudad, unos minutos después llegamos a la chacra de papa, bajamos yo y el esposo de mi hermana que de nombre lleva Eloy. En la chacra estaba la señora JULIA con sus 3 hijos. El mayor de ellos de apenas 6 años, el segundo de 3 y el último de 8 meses.

-He juntado un costal de papa más… así que ya son dos sacos para cada uno.

Yo, ya no le dije nada. Me quedé callado, sorprendido y muy feliz, y no por un saco de papa que de la nada aparecía, sino por la honestidad la honradez de la señora que si vale imitar para cambiar el destino de nuestra sociedad. Al mismo tiempo, feliz por tener una linda historia digna y ejemplifica dora para ser compartida. 

Gracias a tí hijo, supe de esta bonita experiencia. 

 Ojalá de este ejemplo aprendan tanto el presidente del consejo de Administración y el gerente de la CAC San Pedro de Andahuaylas. ROBAR Y SACAR VENTAJA DEL PROJIMO PARA ENRIQUECERSER NO ES BUENO.

Lo último que un hombre debe perder es la dignidad. L DIGNIDAD va de la mano con la HONRADEZ. Y para ser rico no hace falta tener dinero, hace falta ser un SER HUMANO con Toda su sensiblería.

Alejandro de Andahuaylas

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