miércoles, marzo 28, 2012

La supremasía del Apu Waku Kuri

En los últimos años la palabra Wakukuri a tomado mucha notoriedad en Andahuaylas por representar la presencia del Apu que lleva el mismo nombre.  Wakukuri se encuentra en el distrito de kakiabamaba, entre la comunidad de Cotawachu y Aysaywayna, en la cadena montañosa que limita geopoliticamente a estos dos poblados.
Su visualización es extensa y nitida desde las ruinas del Sondor, tiene una pequeña cresta, y habitualmente se observa bajo la espesura de nubes oscuras.

El Apu Wakukuri está en medio de una pirámide de 7 niveles formados naturalmente por los cerros en cuya cúspide en la actualidad edificaron - asertada o no - una capilla de custumbres católocas con la imagen del Sr de Coylloriti.


El acceso a la cumbre del Apu es hartamente dificultoso, sea por la herradura de Catawachu o empezando desde Aysaywayna. Por cualquiera de las vías, el camino es por casí vertical vertical. La ruta además de desafíos ofrece interesantes recompenzas al sudor.

En cada punto del camino hay recuerdos impreganadas en las huella dejadas por ancestros a lo largo de todas las épocas.
La vegetación es variada, en realidad va cambiando en cada paso, cada metro es distinto a la otra, inclusive la temperatura del clima.
Los cultivos empiezan con el maíz, la papa y el olluco, terminando con eras de ischus y hartas semillas de vientos lizos y granitos de nubes de diferentes formas y colores.
Apenas cuando el cansancio arriba pestañando al cuello del Apu taita, su hombro ya adverte su peligrosidad. El cerro con dimenciones incalculables y de formas verticales amanaza y de paso desafía al equilibrio mental y fisico de cualquier hombre.

Desde este punto, ya se puede ver las partes del otro flaco territorial. También todo Kakiabamba con sus llanuras y acantilados que le hacen merecedora de su nombre. El Apu Timani es apenas una distancia calculable, soplidos cúantos llegan cordialmente con la correntada desde cualquier cuspide. Timani y Wakukuri, dos exelsos compadres espirituales por exlencia que salvaguarda a los pueblos de amenazas mundanas.

Unos pasos más arriba, caminando todavía por vías confusas y borrosas, y en medio de túpidos ischus se halla escondida una saywa. Que se entienda por saywa a un conjunto de piedras que significa permiso del Apu taita para los viajeros.
El acto o la seremonia del viajero es arrojar una piedra sobre las piedras y pedir desde adentro, desde el corazón, de la vida y el tiempo una buena vibra.
 Esta saywa, por más increible que perezca tiene la forma de una roca, el conjunto de piedras con el paso del tiempo se ha solidificado en una sola que perece una roca.

Aquel día que visité eran los primeros días de diciembre, época en que todavía las lluvias no son amenazas de dificultad ¿se imaginan en tiempos en donde el cielo es sencible y llorona? por respeto a la vida, simplemente imaginar, no se puede acceder.

y Así, continuamos la escalada, después de la cuello del taita, la nuca realmente me dio mucha impresión. A paso lento y arañado todos mis temores a las tierras rocosas arribé a lo que tanto quise. Finalmente respiré alivio en  la cresta del gran taita. Como un acto voluntario, intimidador, llamémoslo una prueba de valía,  el clima cambío rotundamente. El perimetro y todas sus distancias más cercanas del cerro se cubrieron con la espesura de las nubes. Una especie de neblina oscura. En este contexto la sensación fue tétrica, a la vez; mágico: caminar sobre las nubes es una cuestion absurda pero no irreal. Lo importante es que parece.
Quiero creer, fue su bienvenida con lo gelido de sus vientos y la gota de sus nubes.
Contradiciendo a todo lo conserniente a la cosmovisión andina, pues, allí arriba hay una capilla, y adentro una imagen pintada y con marcos imponentes de madera tallada, el rostro de sufrimiento del poderoso y milagroso Sr. de Coylloriti. Así mismo, al lado de la capilla coexiste una cruz de madera de color plateado.

A todo esto cabía la pregunta: Lo mejor era no buscar esa respuesta, sólo sentir y sentir. Sentir en lo que realmente se quiere sentir. En ese momento la sensación que tuve fue una profunda paz, tranquilidad y una pureza en mi alma. Sentí estar en armonía con la fuerza y el magnetismo del taita es lo que no buscaba, simplemente se dio así.
¿El Apu Wakukuri tiene el rostro del Sr. de Coylloriti? tañana duda empezó a melodear por mi cabeza.
Al poco rato, esas primeras cuestiones del dualismo religioso del mundo contemporaneo de los Andes empezaron a despejarse, así como las neblina de a poco fue desapareciendo. Mi compañero que era el Profesor Alejandro Galindo entendió mis dudas y me llevó según él, a la boca del taita, al lugar donde se deja las ofrendas. Bajamos por un camino angosto y filoso hacia la otra parte de su parte sefálica; hacia la boca. Este camino es una forma mágica que invita al peligro o la gloria de conectarse con el mismo taita. Bajamos a la misma esencia del sentir popular agarrándonos de chillkas e ischus.

Entre las vueltas de mi cabeza y las tembladera de mis huesos, finalmente llegamos al centro de la creencia y la fé, una especie de cueva rodeado de todo menos de incredulidad.  No sé si tuvo sentido, pero las tradiciones me enseñaron rezar el padre nuestro, lo importante es lo que se siente, y estos sentimientos eran sinceros. Yo sé que Dios es uno solo y está en todas partes, lo importante es tener fé de que sí existe.
Arrodillado y postrado dejé mis respetos y mis ofrendas al gran Apu.
Ese dia, tuve esa conexión ansiada.

Ahora, después de algún tiempo me doy el tiempo y la oportunidad de escribir esta nota para compartir mi experiencia, para muchos probablemente atipica.

Después, así como tuve dificultades para subir el cerro, la bajada también es tedioso, el peso del cuerpo maltrataba con creses a mis ya alicaídos pies. De Hecho que ya no fueron tres horas y media que nos llevó la azaña de tocar el cielo, fue la mitad, pero es igual de agotador.

De regreso por Aysaywayna tomamos el carro y empezamos el recorrido de retorno. Todavía las nubes seguian vivas y amenazantes a la media tarde  de aquel día confuso y lleno de neblinas. Cuando volteamos por Muchkani para dar con Cotawachu arribamos a una zona muy particular, en otras palabras sería desde el ombligo ¿pero cómo puede emanar agua del medio de la nada?.. no sé, cosas de Dios, cosas del taita, mejor no hacer preguntas. Y así, continuamos con el regreso. En la carretera encontramos una anciana que pasteaba dos cabritas, le dejamos todo lo que de alimento nos había quedado.
Canal wayq'u, una especie de arroyo de aguas trasnparentes que bajaba desde apenas más abajo de la cresta del Apu,


-!Taitayllaykuna!... !Apu taita Wakukuripa chirinkuna!

 Ya desde el frente, desde la parte alta de la comunidad de Cotawachu abservé una forma todavía más increible, al lado del taita Apu, al cerro de formas de un condor  en su forma de protecror, con sus dos alas estiradas.

¡Qué felicidad  Catawachu!
sano y salvo llena de vida eres
llena de vida eres..

Otra vez más, son cosas de Dios, son cosas de Apu taita... y yo, qué más puedo decir, volveré en alguna otra oportunidad.
Por lo pronto la intención se inscribe para el mese de mayo ¿se anotan?
Alejandro de Andahuaylas

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